Esta herida muestra una profunda falta de comunicación con el padre del género opuesto, ya sea por distancia física o emocional.
La persona que la lleva tiene baja autoestima, siente que no puede lograr nada por sí misma y que su bienestar depende de los demás.
Tienen la necesidad constante de llamar la atención y utilizan el papel de víctima, dramatizando sus situaciones y problemas de salud, como medio para recibirla.
Su mayor temor es la soledad, por lo tanto generan vínculos dependientes, necesitando apoyo, aprobación y presencia constantes. Usan el sexo como una forma de generar apego en sus relaciones.
Cuando hacen algo por el otro, buscan recibir afecto a cambio o la garantía de que no se irán. Suelen tener una voz infantil y no se las arreglan por sí solos porque temen que nadie se ocupe de ellos en el futuro.
Con tal de no volver a sufrir el dolor del abandono, aguantan situaciones muy difíciles y prologan sus relaciones, a veces sin importar si son felices o no, pues su objetivo es que no terminen. Esa es la forma en que se abandonan a sí mismos.
Reconocer su valor, ser capaces de satisfacer sus necesidades, ser su propia compañía cuando las relaciones terminan y dejar ir son formas de sanar esta herida.

Comentarios