Una expectativa es la esperanza de que algo concreto sucederá. Tenerlas es natural, pues tendemos a proyectar nuestras visiones y anhelos hacia el futuro. Incluso son útiles para darnos dirección e información sobre lo que queremos para nuestra vida.
Tener expectativas no es algo que pueda lastimarnos por sí solo, lo que puede lastimarnos es creer que eso que deseamos es la única posibilidad.
Esperar que solo suceda lo que anhelamos, en la forma en la que lo queremos, nos coloca en una posición de rigidez ante la vida y sus infinitas expresiones.
Puesto que nuestras necesidades y circunstancias están en constante cambio, nuestras expectativas deben ser ajustadas para mantenerse útiles. Para ello, necesitamos escuchar a nuestra intuición y, después de revisarlas, volver a poner nuestro enfoque en el presente.
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