Cuestionarse

Solemos decir «bendita ignorancia» como una manera de expresar que cuando no sabemos algo o no somos conscientes de ello, estamos más cómodos porque no tenemos responsabilidad.

Todos lo hemos sentido e incluso deseado alguna vez. Sin embargo, los cambios y transformaciones que tanto anhela nuestro ser, conllevan como primer paso hacernos cargo de lo que ya es.

¿Cómo puedo cambiar un comportamiento del que no soy consciente? ¿Cómo puedo elegir diferente sin saber primero lo que estoy eligiendo? Cuestionarse es la llave para la conciencia.

Desde la inconsciencia solo se puede tener acceso a lo que ya hemos experimentado en el pasado. En otras palabras: solo se pueden repetir las mismas reacciones y patrones una y otra vez.

Si cada vez que digo «hola» y alguien no me contesta el saludo, asumo que es porque no soy importante, recurriré al comportamiento conocido y afirmaré aún más esa creencia dentro de mí. 

Si, por el contrario, elijo preguntar por qué no me contestaron o si me escucharon cuando saludé, recibiré una respuesta que puede ser o no la que esperaba, pero que en muchas ocasiones romperá con mi creencia o me guiará hacia una perspectiva distinta que me permita otro comportamiento. Ese momento, en el que «elijo» preguntar en lugar de asumir, eso es conciencia. 

Al cuestionarnos, especialmente cuando algo nos incomoda, logramos tener mayor conocimiento de nosotros mismos y, con ello, tomar decisiones en congruencia con lo que verdaderamente pensamos, sentimos y queremos conseguir. El resultado es una experiencia de vida más auténtica y plena.