5 heridas del alma: Injusticia

Esta herida aparece en el periodo de individualización, entre los 3 y los 5 años de edad, en personas que no se sienten apreciadas en su justo valor o que reciben lo que merecen. 

Por lo general, crecieron en un ambiente de sobre-exigencia, principalmente ejercida por el padre del mismo género que el suyo y padecieron su incapacidad de sentir y expresarse.

Rodeados de una educación autoritaria, intolerante y rígida, estas personas crecen sintiendo que son tratadas injustamente, que no dan el ancho o que no hacen las cosas bien.

Cuando son adultos tienen dificultad para conectar con lo que sienten y prefieren presentarse ante el mundo como personas frías o rígidas, a pesar de ser sensibles.

Son perfeccionistas, pues buscan constantemente la exactitud, y se sienten más apreciados por lo que hacen que por lo que son.

Suelen tener un cuerpo bien proporcionado pero rígido. Son dinámicos mas no flexibles. Temen equivocarse o que se les juzgue de incorrectos.

El mérito es muy importante para estas personas: merecer algo como recompensa de haber actuado bien. Si lo reciben sin haber trabajado demasiado creen que no lo merecen.

Al exigirse demasiado y no permitirse expresar sus sentimientos, son injustos consigo mismos.

Cada persona puede tener una o varias heridas; reconocerlas es el primer paso para dejar de actuar bajo su máscara de forma inconsciente. Lo que vivimos en la infancia no se puede borrar, pero al comprender de dónde viene lo que hacemos, aprendemos formas distintas de relacionarnos con ello. 

Nuestras heridas son una parte de nosotros, pero no son todo lo que somos. Lo que somos es tan grande, que contiene amor suficiente para abrazarlas todas.