5 heridas del alma: Humillación
- albapaulinaterapia
- 24 mar
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Esta es la herida más difícil de reconocer y surge cuando una persona siente lastimada su dignidad, degradado su amor propio o se siente rebajada.
Se manifiesta en los primeros 3 años de edad. El niño siente que sus padres se avergüenzan de él o teme que lo hagan por algo que haya hecho. Si los padres le cuentan el incidente a alguien más, la herida se acentúa.
Crece creyendo que merece un castigo y se hace daño antes de que alguien más lo haga. Se suele sentir avergonzado de sí mismo.
Las personas que llevan esta herida tratan de hacer todo por los demás para olvidarse de sí mismos, pero terminan llevándolo como una carga y sintiendo que abusan de ellos. Desarrollan un cuerpo grueso que intenta abarcar espacio para recordarles que necesitan voltear a verse y reconocer su valor.
Les cuesta mucho trabajo expresar sus necesidades, pues no se sienten merecedores. Cuando piden un favor usan diminutivos como: «¿Tienes un minutito para mí?»
Tienden a culparse y a sentirse responsables por las decisiones de los demás y por tratar de arreglar las situaciones cuando salen mal. Sentirse útiles y el «sentido del deber» es muy importante para ellos.
Viven la sexualidad con vergüenza. Son hipersensibles y les cuesta mucho trabajo recibir una crítica, pues la interpretan a través de los lentes de su herida como una humillación.
Son conocidos por reírse de sí mismos, sin darse cuenta que de forma inconsciente se humillan y rebajan.
La libertad es su mayor anhelo y su mayor temor, porque a veces la usan para caer en excesos y después castigarse a sí mismos por ello.
Sanar una herida tan profunda como ésta implica reconocer las emociones atrapadas por lastimarse a uno mismo y liberarlas, a través del perdón, la aceptación y el compromiso de ponerse en primer lugar y darse valor.

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